María de Betania aparece en la Biblia en momentos clave, y cada vez que lo hace, está a los pies de Jesús.
Su historia nos muestra a una mujer sensible, apasionada por la presencia de Dios y con una capacidad especial de reconocer lo más valioso: estar cerca del Maestro.
En Lucas 10:38-42, mientras su hermana Marta se afana en los quehaceres del hogar, María se sienta a los pies de Jesús para escucharlo. Marta reclama su ayuda, pero Jesús defiende la elección de María: “María ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada”.

En Juan 11, cuando Lázaro muere, María nuevamente cae a los pies de Jesús. Esta vez, en medio del dolor, su entrega y confianza en Él la llevan a derramar su corazón. Jesús, conmovido por su llanto, también llora. Es uno de los momentos más humanos y cercanos del Evangelio.

Y en Juan 12:1-8, María hace algo sorprendente: unge los pies de Jesús con un perfume costoso y los seca con sus cabellos. Un acto de adoración extravagante y sin reservas.
Algunos lo consideraron un desperdicio, pero Jesús la defendió: “Déjala, para el día de mi sepultura ha guardado esto”.
María nos enseña que:
- La verdadera adoración nace de un corazón que ha sido tocado por Dios.
- Sentarse a los pies de Jesús transforma nuestras prioridades y nos llena de paz.
- No hay acto de entrega a Dios que sea insignificante: todo lo que se hace con amor, Él lo valora.
- En los momentos de dolor, nuestra adoración puede seguir siendo profunda y sincera.
Mujer victoriosa, tal vez hoy el mundo te presiona para que hagas, corras, produzcas… pero María de Betania te recuerda que lo más valioso es sentarte a los pies de Jesús. En su presencia, encuentras paz, dirección y consuelo. No es tiempo perdido: es lo mejor que puedes hacer.
