En la Biblia hay mujeres que nos inspiran y otras cuyas historias nos sirven de advertencia. Jezabel pertenece a esta segunda categoría. 

Fue reina de Israel, influyente, fuerte de carácter, pero también símbolo del uso destructivo del poder, la manipulación y la idolatría.

Una reina con influencia… pero sin temor de Dios

Jezabel era hija del rey de los sidonios y esposa del rey Acab. Desde el principio, usó su posición para introducir la adoración a Baal en Israel, persiguió a los profetas de Dios y sembró miedo entre quienes se mantenían fieles al Señor. Su nombre quedó ligado a la corrupción espiritual y al control autoritario.

Uno de los momentos más recordados fue cuando, al ver que su esposo Acab estaba triste porque no podía obtener la viña de Nabot, ella tomó el control, urdió un plan falso, manipuló autoridades y logró que Nabot fuera asesinado. Todo para satisfacer un capricho.

¿Qué revela la historia de Jezabel?

Jezabel representa a la persona que usa la influencia sin rendirse a la voluntad de Dios. Su historia nos recuerda que el liderazgo, el carácter fuerte o la voz pública deben estar sometidos al discernimiento espiritual, al servicio y a la justicia, no a la manipulación ni al orgullo.

El profeta Elías denunció su maldad. Jezabel intentó intimidarlo, pero Dios respaldó a su siervo. A pesar de su poder, el juicio de Dios alcanzó a Jezabel, y su caída fue tan fuerte como su arrogancia.

Lo que aprendemos de Jezabel

• El poder sin humildad ni temor de Dios se convierte en destrucción.
  
• La manipulación, aunque eficaz por un tiempo, nunca triunfa sobre la verdad.
  
• El liderazgo debe usarse para servir, no para dominar ni silenciar.
  
• Dios no olvida la injusticia: Su justicia siempre prevalece, aunque tarde en manifestarse.

Jezabel fue una mujer decidida, pero su vida terminó como advertencia y no como ejemplo. Su historia nos invita a examinar el uso que hacemos de nuestra influencia, de nuestras palabras y de nuestras decisiones. Porque el verdadero poder no está en controlar a otros, sino en rendirse a Dios.