A veces, las grandes victorias no se dan en campos de batalla, sino en lo secreto, en lo inesperado… como ocurrió con Jael, una mujer que Dios usó de forma sorprendente para traer libertad a Su pueblo.

Un momento crucial en la historia de Israel
El pueblo de Israel estaba oprimido por el ejército de Sísara, un comandante cruel y temido. Cuando Débora, la profetisa y jueza de Israel, anunció que Dios daría la victoria, muchos pensaron que sería en manos del general Barac.
Pero Dios tenía otro plan.
“En manos de una mujer entregará el Señor a Sísara” (Jueces 4:9)

La valentía de Jael
Sísara, huyendo del campo de batalla, llegó agotado a la tienda de Jael, una mujer kenita. Ella lo recibió con calma, lo hizo sentir seguro, le dio leche y lo cubrió con una manta.
Pero cuando él se durmió… Jael actuó con firmeza.
Tomó una estaca y un mazo —herramientas comunes en su hogar— y, sin miedo, lo derrotó.
Sí, una mujer sin armadura ni espada venció al enemigo más temido de su tiempo.
Una victoria inesperada, pero anunciada por Dios
La Biblia no nos da muchos detalles sobre Jael, pero sí nos deja claro que fue usada por Dios en el momento justo y con lo que tenía en sus manos.
No fue Barac, no fue un soldado… fue Jael, una mujer aparentemente común, pero con una fe decidida.

¿Qué nos enseña Jael?
- Que Dios puede usarnos incluso si no estamos en posiciones de poder.
- Que la valentía no siempre se grita; a veces, actúa en silencio pero con firmeza.
- Que lo que tenemos en casa —nuestros recursos, dones y posición— pueden ser instrumentos para los planes de Dios.
- Que cada mujer, cuando se pone al servicio del Señor, puede ser parte de una gran liberación.
Una mujer de hoy también puede ser como Jael
