En una tierra extranjera, bajo un imperio poderoso y en medio de una amenaza mortal, una mujer se levantó con valentía.
Su nombre fue Ester, y su historia nos enseña que Dios puede usar a quien menos imaginas para cumplir sus propósitos.

Una reina con propósito
Ester era una joven judía huérfana que fue criada por su primo Mardoqueo. Por circunstancias que solo Dios puede orquestar, llegó a ser elegida como reina del imperio persa, sin que nadie supiera que era parte del pueblo judío.

Mientras Ester vivía en el palacio, un decreto fue emitido para destruir a todos los judíos del reino. Fue entonces cuando su tío le dijo una frase que cambiaría su vida: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14).
Ester tuvo que decidir si se quedaba en silencio y salvaba su vida, o si hablaba ante el rey —arriesgando su seguridad— para interceder por su pueblo.
El valor de hablar cuando más cuesta
Ester pidió al pueblo que ayunara por ella tres días. Luego, se presentó ante el rey sin ser llamada, algo prohibido y peligroso. Pero fue recibida con gracia. Con sabiduría, planeó un encuentro, expuso el complot contra su pueblo y logró que el decreto fuera revocado.
Dios usó su voz, su estrategia y su valentía para salvar a toda una nación.

Lo que Ester nos enseña hoy
- Que no estás en el lugar que estás por casualidad: Dios te posiciona con propósito.
- Que el silencio, a veces, puede ser más peligroso que el riesgo de hablar.
- Que la fe se demuestra también con acciones valientes.
- Que cuando ayunas, oras y actúas con fe, Dios respalda tus pasos.
Tal vez hoy tú también enfrentas decisiones difíciles. Tal vez estás en un lugar donde es más fácil callar o dejar pasar lo injusto.
Pero Ester nos recuerda que una mujer guiada por Dios puede cambiar el curso de la historia. Y no necesitas una corona para tener valor, solo la certeza de que estás en las manos de Dios.
