Betsabé es una de esas mujeres cuya historia ha sido muy comentada, muchas veces mal interpretada, y pocas veces vista con compasión.

Su vida nos muestra cómo Dios puede transformar incluso los capítulos más oscuros en testimonio de redención y propósito.

Un comienzo marcado por el poder y el dolor

Betsabé aparece en la Biblia cuando el rey David, desde su terraza, la ve bañándose y la manda a llamar. Ella estaba casada con Urías, un soldado leal. 

Lo que siguió fue un episodio de abuso de poder y pecado que terminó en tragedia: el embarazo de Betsabé, la muerte de su esposo y la pérdida de su primer hijo.

Todo esto no fue culpa solo de David. Pero ella, como muchas mujeres, quedó atrapada en una historia que no pidió, ni eligió.

¿Cuántas veces nos ha tocado vivir consecuencias de decisiones que no fueron nuestras?

Dios no se aleja de los quebrantados

A pesar del pecado de David, Dios no desechó a ninguno de los dos. David se arrepintió profundamente. Y Betsabé, a pesar de su dolor, permaneció.

Dios le permitió concebir nuevamente. De esa unión nació Salomón, el hijo que sería lleno de sabiduría y elegido por Dios para continuar el linaje real de Israel.

Y aún más profundo: Betsabé fue incluida en la genealogía de Jesucristo. Dios no ocultó su historia, la redimió. La elevó. La convirtió en parte del plan más grande de salvación.

Una mujer que no se quedó en el pasado

Betsabé no solo fue madre del rey Salomón. Fue una mujer influyente, que supo hablar con sabiduría, y que cuidó el propósito de su hijo. En los últimos días de David, ella jugó un papel clave para asegurar que Salomón fuera reconocido como rey.

De mujer herida a madre de un rey, consejera y figura de honor.

Lo que tú y yo podemos aprender

• Dios no descarta a quienes han sido quebrantados. Él restaura.
  
• Tu pasado no define tu futuro cuando caminas con Dios.
  
• Aun cuando otros te hayan herido, Dios puede levantarte y darte un lugar de honra.
  
• Las segundas oportunidades en las manos de Dios tienen poder transformador.