El ayuno es una de las disciplinas espirituales más poderosas que Dios nos ha dejado, pero también una de las menos practicadas.
Muchas veces lo vemos como algo difícil o reservado solo para líderes espirituales, cuando en realidad es una invitación de Dios para cada creyente, incluyéndonos a nosotras, las mujeres de fe.

¿Qué es el ayuno?
El ayuno no se trata únicamente de dejar de comer, sino de apartarnos del mundo para acercarnos más a Dios. Es un tiempo en el que renunciamos a algo —ya sea alimento, distracciones o hábitos— para enfocarnos en la oración, la Palabra y la búsqueda de Su presencia.

El propósito del ayuno
- Renovar el espíritu: Nos ayuda a dejar el ruido de la vida diaria y escuchar más claramente la voz de Dios.
- Fortalecer la fe: A través del ayuno aprendemos a depender más de Él y menos de nuestras fuerzas.
- Interceder por otros: El ayuno no es solo personal; es también una herramienta poderosa de oración por nuestras familias, amigos y comunidad.
Ejemplos en la Biblia
Mujeres y hombres de Dios practicaron el ayuno en momentos de necesidad. Ester, por ejemplo, llamó al pueblo judío a ayunar tres días antes de presentarse ante el rey (Ester 4:16).
Su valentía y dependencia en Dios muestran cómo el ayuno abre puertas y prepara caminos.

Cómo comenzar un ayuno
- Ora antes de empezar: Pídele a Dios dirección y claridad sobre el propósito de tu ayuno.
- Define el tipo de ayuno: Puede ser parcial, total o incluso ayunar de ciertas actividades (como redes sociales).
- Busca la Palabra: Aprovecha ese tiempo para leer la Biblia y meditar en ella.
- Mantén un corazón humilde: Recuerda que el ayuno no es para impresionar a nadie, sino para acercarte a Dios.
Una invitación para ti
Mujer victoriosa, el ayuno es un regalo que Dios te ofrece para fortalecer tu fe y renovar tu espíritu. No lo veas como un sacrificio, sino como una oportunidad de intimidad con tu Padre celestial. Al ayunar, abres tu corazón para recibir nuevas fuerzas, dirección y victoria en cada área de tu vida.
