En medio de los atrios del templo, Jesús observaba cómo muchos depositaban grandes sumas de dinero en las ofrendas.
Entre ellos, pasó desapercibida una mujer sencilla, una viuda, que ofreció solo dos moneditas de muy poco valor.
“En verdad les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos dieron de lo que les sobraba, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento” (Marcos 12:43-44).
Mientras otros daban desde la abundancia, esta mujer dio desde la fe. No dio lo que le sobraba, sino todo lo que tenía. Su entrega fue total, confiando en que Dios supliría sus necesidades.
Lecciones que nos deja esta mujer victoriosa:
- Lo que damos con amor y fe tiene un valor inmenso ante los ojos de Dios, aunque parezca poco ante los ojos del mundo.
- Dios no mide la cantidad, sino la sinceridad y disposición de nuestro corazón.
- Aun en medio de la escasez, podemos honrar a Dios con lo que tenemos.
- Cuando confiamos en Dios, nuestra entrega nunca es en vano.
Mujer victoriosa, quizá hoy sientes que lo que tienes no es suficiente. Pero Dios ve más allá de lo material. Él mira tu corazón.
No temas dar lo mejor de ti, aunque parezca pequeño. En manos de Dios, tu fe y tu generosidad pueden mover montañas.
