Cuando tus planes cambian: confiando en que Dios tiene algo mejor

Hacer planes nos da seguridad: nos gusta saber qué pasará mañana, cómo avanzarán nuestros proyectos y hacia dónde vamos. Pero la vida muchas veces toma giros inesperados. 

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Una llamada, una noticia, una puerta cerrada o una decisión que no resultó como esperábamos pueden hacernos sentir frustradas y hasta con miedo.

Sin embargo, los planes de Dios siempre son más altos y mejores que los nuestros. Lo que para nosotras parece un tropiezo, para Él puede ser una oportunidad de redirección hacia un propósito mayor.

Acepta con humildad el cambio de rumbo

La frustración suele llegar porque sentimos que perdemos el control. Pero la verdad es que nunca hemos estado en control total. Reconocer esto nos lleva a descansar en Dios y a confiar en su soberanía.

Versículo clave: “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes” (Isaías 55:8-9)

Recuerda que Dios no te abandona

Cuando algo no sale como querías, es fácil pensar que Dios se olvidó de ti. Pero su amor permanece constante. El cambio de planes no significa ausencia de Dios, sino dirección de su mano.

Tip práctico: en vez de preguntar “¿Por qué me pasó esto?”, ora diciendo: “Señor, muéstrame qué quieres enseñarme en esta situación”.

Confía en que hay bendición en el “no”

Un “no” a tu plan puede ser la protección de Dios. A veces Él cierra una puerta porque sabe que detrás de ella habría dolor, desgaste o un camino equivocado. Confiar en su “no” es confiar en su amor.

Da pasos de fe hacia lo nuevo

Cuando Dios cambia tu plan, también te invita a caminar hacia lo que Él tiene preparado. Tal vez no veas todo el panorama, pero puedes dar un paso de obediencia hoy.

Versículo clave: “El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor” (Proverbios 16:9).

Tus planes pueden cambiar, pero la fidelidad de Dios no cambia jamás. Él está escribiendo tu historia con cuidado y amor, y cada capítulo inesperado forma parte de un propósito mayor.

Oración:
“Señor, aunque no entienda los cambios de mis planes, confío en que Tú tienes algo mejor para mí. Ayúdame a esperar con fe y a descansar en tus promesas. Amén.”

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