Hay temporadas en la vida en las que oramos con todo el corazón, confiamos en las promesas de Dios y, aun así, parece que nada sucede. Los días se vuelven largos, las respuestas no llegan, y la fe puede comenzar a debilitarse.

Pero es precisamente en esos momentos cuando Dios nos llama a profundizar en la fe y no a retroceder.

Recuerda que Dios siempre está obrando, aunque no lo veas

Dios no trabaja según nuestro reloj. Él actúa en Su tiempo perfecto, y muchas veces lo hace de maneras invisibles para nosotros. Mientras esperas, Dios está preparando circunstancias, personas y puertas que aún no puedes ver.

Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). Aunque no veas movimiento, confía en que Dios no está en silencio, está en acción.

Alimenta tu fe con la Palabra de Dios cada día

La fe no crece de la nada; se fortalece cuando la nutrimos. Al igual que una planta necesita agua, tu fe necesita la verdad de la Palabra para mantenerse firme.

Medita en versículos que te recuerden la fidelidad de Dios. Por ejemplo:

“El que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).

Cada promesa es un ancla para tu alma en medio de la espera.

No permitas que la duda apague tu confianza

La duda puede llegar sutilmente: “¿Y si Dios no me escucha?”, “¿Y si no pasa nada?”.

Pero es ahí donde debemos llevar cautivo cada pensamiento y alinearlo con la verdad (2 Corintios 10:5).

La fe no es negar la realidad, sino afirmar que Dios tiene la última palabra, incluso cuando tus ojos no ven aún el milagro.

Da pasos de fe, aunque no veas el camino completo

Fortalecer la fe también significa avanzar confiando en Dios, aunque no tengas todas las respuestas. Como Abraham, que salió sin saber a dónde iba, muchas veces Dios solo muestra el siguiente paso, no el mapa completo.

Caminar en fe es demostrar con tus acciones que confías en Él más que en las circunstancias.

Rodéate de personas que te animen a creer

En tiempos de espera, necesitamos comunidad. Busca mujeres de fe que te escuchen, te acompañen en oración y te recuerden que Dios es fiel.

La fe compartida se vuelve más fuerte, y los testimonios de otras pueden inspirarte a no rendirte.

Un mensaje para el corazón

La espera no es pérdida de tiempo cuando confías en Dios. Cada momento en el que eliges creer sin ver, tu fe se fortalece, tu carácter se moldea y tu confianza en el Señor crece.

Recuerda: Dios nunca llega tarde. Él llega en el momento exacto para cumplir Su propósito en tu vida.

“Así que no pierdan la confianza, porque esta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido.”

Hebreos 10:35-36