Uno de los mayores regalos que una madre puede dar a sus hijos es sembrar en ellos el amor por la Palabra de Dios.
La Biblia no solo es un libro, sino el alimento espiritual que guía, fortalece y transforma corazones. Instruir a los pequeños en la verdad de Dios es construir un fundamento sólido que los acompañará toda su vida.
El poder del ejemplo
Los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Si una madre busca cada día la Palabra, ora con ella y la comparte en su vida diaria, los hijos verán la Biblia como algo vivo y esencial.
Como dice Deuteronomio 6:6-7: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos…”.
Haz de la Palabra parte de la vida cotidiana
No se trata solo de leer juntos en un momento del día, sino de integrar la Biblia en lo cotidiano:
- Antes de dormir, leer un versículo y reflexionar brevemente.
- Durante una situación difícil, recordar lo que Dios dice al respecto.
- Celebrar cada victoria dando gracias con un salmo de gratitud.
Enseña con creatividad
Los niños conectan con historias, dinámicas y música. Puedes usar Biblias ilustradas, canciones cristianas y representaciones sencillas de pasajes bíblicos para que descubran la belleza de la Palabra de Dios de forma divertida.
Ora con ellos y por ellos
La oración es clave para que los hijos comprendan que la Palabra de Dios no es teoría, sino una relación viva con el Señor. Ora con tus hijos después de leer un versículo y pídele a Dios que lo haga real en sus corazones.
Conclusión: un legado eterno
Amar la Palabra de Dios es un regalo que trasciende generaciones. Una madre que enseña a sus hijos a valorar y obedecer las Escrituras está levantando hombres y mujeres de fe que caminarán en la verdad.
Que como mujeres victoriosas podamos sembrar este amor en nuestros hogares, confiando en la promesa de Isaías 55:11: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”.
