Todas hemos pasado por momentos en los que la fe parece tambalear. Días en los que oramos y el silencio parece ser la única respuesta. En esos instantes, el corazón se llena de preguntas, y el camino se vuelve incierto. Pero es justo ahí donde Dios nos invita a confiar más profundamente en Él.
Cuando la fe se pone a prueba
Cuando la fe se pone a prueba, no es para debilitarnos, sino para fortalecernos. Cada desafío, cada lágrima y cada espera forman parte de un proceso que nos moldea y nos acerca más al propósito de Dios. A veces, Él no cambia la situación porque está usando la situación para cambiarnos a nosotras.

La fe verdadera no depende de lo que vemos
La fe verdadera no depende de lo que vemos, sino de lo que creemos. Es mirar al cielo y decir: “No entiendo todo, pero confío en Ti”. Es seguir orando aunque no haya respuestas inmediatas, seguir sembrando aunque no veamos fruto todavía, y seguir creyendo aunque el panorama parezca oscuro.
Dios nunca deja de obrar
Su silencio no significa ausencia, sino trabajo en lo invisible. Y cuando llegue el momento perfecto, entenderás por qué valió la pena no rendirte.
Reflexión final
Si hoy sientes que tu fe se está probando, recuerda: el fuego no destruye el oro, lo purifica. Permanece firme, porque de cada prueba, Dios saca una nueva versión de ti: más fuerte, más sabia y más confiada en Su amor.


